El Don del Tiempo: Un Llamado a la Diligencia y el Propósito
El tiempo es un don precioso de Dios, y seremos llamados a rendir cuentas por cómo lo usamos. Cada momento es una oportunidad para glorificarlo y crecer en conocimiento, fe y propósito.
11/1/20242 min leer
Romanos 12:11: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.”
El tiempo es un talento precioso, que Dios nos da cada día en depósito, y nos llamará a rendir cuentas por cómo lo usamos. Cada momento es una oportunidad para glorificarlo. Si deseamos prolongar nuestras vidas, obtener la vida que se mide con la vida de Dios, debemos alimentar nuestras mentes con contenido puro y edificante. El tiempo no debe desperdiciarse cuando puede ser utilizado para un propósito mayor.
Jesús es nuestra piedra angular espiritual, el que revela al Padre. Nada que nuble o empañe la Palabra de Dios debe alimentar nuestras mentes. No debemos descuidar el cultivo de nuestros corazones, porque es nuestra tierra fértil, destinada a crecer en entendimiento, sabiduría y fe.
El Tiempo y la Mente: Aprovechando Cada Momento
Nuestro éxito en la adquisición de conocimiento y disciplina mental depende de cómo usamos nuestro tiempo. Esto no depende de la riqueza, el estatus social o las condiciones favorables. El tiempo, cuando se maneja sabiamente, abre puertas para el crecimiento intelectual y espiritual, incluso en los momentos más pequeños. Pensemos en los minutos que a menudo desperdiciamos en conversaciones sin sentido, esas horas extra de la mañana que pasamos en la cama, o el tiempo que transcurre mientras esperamos—ya sea en el transporte público, en la fila, o en una cita. Con un libro en la mano o una mente reflexiva, estos momentos podrían dedicarse a aprender, estudiar o reflexionar sobre las verdades de Dios.
Un espíritu determinado, un esfuerzo persistente y una cuidadosa administración del tiempo pueden capacitar a cualquiera para crecer en conocimiento e influencia. Así es como nos preparamos para posiciones de mayor utilidad y responsabilidad en la vida.
El Deber del Cristiano: Orden, Diligencia y Eficiencia
Es deber de todo cristiano cultivar hábitos de orden, minuciosidad y prontitud. Fija una meta sobre cuánto tiempo debe tomar una tarea y dedica todo esfuerzo a completarla dentro de ese tiempo. Cuanto más ejercitemos nuestra voluntad en esto, más hábiles nos volvemos.
Malgastar el tiempo y descuidar nuestro intelecto es pecaminoso. Cada momento dedicado a intereses egoístas es una pérdida. Pero cuando valoramos cada momento y lo dedicamos a cosas significativas, descubrimos que tenemos tiempo para lograr todo lo que es necesario para nosotros y para los demás.
Al gastar dinero, tiempo, energía y oportunidades, que cada cristiano mire a Dios y le pida su guía. Él nos ha dado el don del tiempo para glorificarlo, y con su ayuda, podemos usarlo sabiamente.