El Ritual de la Obediencia

La adoración del sábado no debe ser un ritual hecho por obligación, sino un acto de gratitud por la gracia de Dios. La iglesia cobra significado cuando se transforma de un "ritual de obediencia" en una "relación de gratitud," donde adoramos por amor y con el deseo de profundizar nuestra conexión con Dios.

Leif Torres

1/17/20252 min leer

Efesios 2:8-9
8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios; 9 no por obras, para que nadie se jacte.

¿Por qué vas a la iglesia en sábado? Para muchos de nosotros, es un ritual. Una rutina que seguimos porque es lo que nuestra familia siempre ha hecho o lo que sentimos que se espera de nosotros. Tal vez incluso se ha convertido en algo que hacemos para sentir que estamos marcando las casillas correctas para ganarnos el favor de Dios. En el fondo, esta mentalidad convierte la adoración en el “ritual de la obediencia,” donde nuestras acciones se sienten más como obligaciones que como actos de amor.

Pero aquí está la verdad: ir a la iglesia no es un requisito para la salvación. La salvación es el regalo de Dios para nosotros, dado libremente por gracia. No es algo que podamos ganar con buenas obras, asistencia perfecta o muestras externas de devoción. Efesios 2:8-9 nos recuerda que la salvación no proviene de lo que hacemos; es un regalo de Dios. Entonces, la iglesia no se trata de asegurar nuestro lugar en el cielo. En cambio, es un resultado de la gracia que ya hemos recibido, una expresión de gratitud y un deseo de acercarnos más a Él.

Cuando comenzamos a entender la gracia, el ritual de la obediencia adopta una nueva forma que da vida. Deja de ser acerca de demostrar algo y se convierte en una respuesta al amor de Dios. La adoración del sábado se transforma de una rutina que seguimos a una relación que cultivamos. Ya no se trata de obligación, sino de gratitud, un deseo sincero de pasar tiempo con Aquel que lo dio todo por nosotros.

La adoración del sábado es una oportunidad para alejarnos del ruido del mundo y descansar en la presencia de Dios. Es un tiempo para venir tal como eres: imperfecto, cansado y, a veces, luchando, y ser recordado de Su gracia. No se trata de ser mejor que los demás o de demostrar tu valor; se trata de reconocer que somos amados a pesar de nuestras imperfecciones.

Así que, aunque el “ritual de la obediencia” podría describir cómo algunos de nosotros comenzamos nuestro camino del sábado, no tiene por qué definirlo. A medida que crecemos en nuestra comprensión de la gracia de Dios, se convierte en algo mucho mayor: una “relación de gratitud.” La iglesia deja de ser una regla que seguimos y pasa a ser una experiencia de la alegría de la comunión con Dios y con otros.

La próxima vez que vayas a la iglesia en sábado, que sea más que un ritual. Que sea un acto de adoración, un momento para descansar en la gracia de Dios y una oportunidad para profundizar tu relación con Él. Cuando la obediencia está impulsada por el amor, ya no es una carga, sino una alegría. Y cuando vamos a la iglesia, no porque tengamos que hacerlo, sino porque queremos, es un reflejo de la transformación que la gracia de Dios trae a nuestras vidas.