Un Corazón de Gratitud
Salmos 107:1 enfatiza la importancia de dar gracias a Dios no solo en tiempos de abundancia, sino también durante los desafíos, reconociendo Su amor inmutable y Su fidelidad. Practicar la gratitud como una disciplina espiritual nos ayuda a cambiar nuestra perspectiva, permitiéndonos ver la bondad de Dios en todas las circunstancias y responder a Su presencia constante con un corazón agradecido.
Gabriel Colina
11/28/20242 min leer
Escritura: "Den gracias al Señor, porque Él es bueno; su gran amor perdura para siempre." —Salmos 107:1 (NVI)
Al entrar en la temporada de Acción de Gracias, a menudo nos encontramos reflexionando sobre las muchas bendiciones que hemos recibido a lo largo del año. Es fácil dar gracias cuando todo va bien, cuando tenemos abundancia de comida en la mesa, salud en nuestros cuerpos y alegría en nuestros corazones. Pero, ¿qué pasa cuando las cosas no van tan bien, cuando la vida se siente incierta o incluso abrumadora? ¿Es posible dar gracias en esos momentos?
Salmos 107 comienza con un llamado a dar gracias al Señor por Su bondad y Su amor eterno. Noten que el salmista no sugiere que demos gracias solo cuando las cosas son fáciles, sino que nos llama a alabar a Dios por lo que Él es. La bondad y el amor de Dios no dependen de nuestras circunstancias. Ya sea que experimentemos alegría o tristeza, se nos invita a reconocer que el amor de Dios nunca falla.
El acto de dar gracias, especialmente en los momentos difíciles, tiene el poder de cambiar nuestra perspectiva. Es fácil enfocarse en lo que falta, en lo que está mal o en lo que desearíamos que fuera diferente. Sin embargo, la Biblia nos enseña que en todas las cosas podemos elegir la gratitud. En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo nos anima: "Den gracias en toda situación, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús." Noten que Pablo no dice "den gracias por toda situación", sino "en toda situación". Incluso en las pruebas y dificultades, siempre hay algo por lo que estar agradecidos. La presencia de Dios, Sus promesas y Su fidelidad permanecen constantes, incluso cuando la vida parece inestable.
La acción de gracias no es solo un evento único o un sentimiento pasajero, es una disciplina espiritual que requiere intencionalidad. Cuanto más practicamos la gratitud, más comenzamos a notar la bondad de Dios en cada momento, grande o pequeño. Cuando cultivamos un corazón agradecido, comenzamos a ver lo ordinario como algo extraordinario: el aliento en nuestros pulmones, la calidez de una sonrisa, la belleza de un amanecer, la fuerza para continuar. Todos estos son regalos de Dios, y cada uno merece ser agradecido.
La razón última para dar gracias es la fidelidad inmutable de Dios. Él ha sido fiel a lo largo de los tiempos, y será fiel en nuestras vidas hoy y mañana. Salmos 107 continúa narrando las muchas maneras en que Dios libró a Su pueblo—en tiempos de desierto, cautiverio o peligro. Y así como fue fiel con ellos, es fiel con nosotros. Contar nuestras bendiciones es una respuesta a Su fidelidad y un reconocimiento de Su presencia constante en nuestras vidas.
En este Día de Acción de Gracias, recordemos que la verdadera esencia no está en las cosas que tenemos, sino en el Dios que nos da de Su abundancia. Demos gracias, no solo con nuestras palabras, sino con nuestros corazones, sabiendo que Su amor perdura para siempre.
